LAS CATILINARIAS – JUAN MONTALVO

Dedica Rodó a Montalvo uno de sus célebres ensayos de El mirador de Próspero, magnífico estudio de la vida y obra montalvina, que lo ubica entre los grandes del pensamiento americano. Ve en Montalvo espíritu inconforme, luchador y justo; espíritu que inspira y anima a jóvenes contra la iniquidad y la injusticia. Su legado fortalece al arielismo, es identidad de un pueblo, identidad latinoamericana. «Nunca gavilanes de pluma se hincaron con más despiadada fuerza en las entrañas de una tiranía y en la fama de un tiranuelo». Así es como Rodó habla de esta particular obra: Las catilinarias. Don Juan no tolera los abusos y todo aquello que atenta a la libertad de los pueblos. Su pluma pudo haber matado al tirano más grande que tuvo el Ecuador, pero hubiera dado todo por volverle a la vida, tras el porvenir político que la patria pagó tras su asesinato. Ignacio de Veintemilla no es tirano, usar tiranuelo es adulación ante ser tan ruin, bajo y réprobo. A él se unen otros personajillos que marcaron de ignominia a este pequeño país: José María Urbina y Antonio Borrero. Inspirándose en las acusaciones ciceronianas, Montalvo toma prestado el título para estos doce ensayos. Usa el esperpento como técnica para aniquilar a este villano. Lo va formando a través de la ironía, hipérboles, humor negro, típico de este género poco usado en aquellos tiempos, que fue tomando fuerza a principios del siglo XX (El señor presidente de Miguel Ángel Asturias entre otros textos narrativos y teatrales).

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